EL DESVIO DE LA LETRA.

BASCH, CARLOS A.

Editorial: Letra Viva. Páginas: 124. 2000. 

La materialidad de ese significante singular, indivisible en su pura diferencia, extravió la crítica derrideana, que vio en él la encarnación de un supuesto logofalocentrismo en las concepciones de Lacan. Esa lectura fallida, aunque factible a la altura de “La instancia de la letra”, texto interlocutor de “El seminario sobre La carta robada”, si no le impidió a su autor descubrir la carta que se jugaba Lacan, tampoco le permitió leer la que nos legaba. El creador de la différance hizo de la letra poco más que el ramplón soporte fonemático del significante, desestimando en ella su larvado pero crucial aspecto de marca de lo irrepresentable.

Es cierto, como señala Basch, que esa asimilación aplanadora no contaba con la diferencia irreductible puesta en acto sólo en lo que se lee en transferencia. Allí se juega un modo de inscripción significante que resguarda la falta de ese significante que falta en su lugar y a la vez pone tope a su automatismo por medio de una lectura que, en el límite de su desvío, le localiza como letra. Pero esa escritura dirá menos del sentido logrado de un reencuentro que del hallazgo de una pérdida en lo representable. Deuda a asumir por la significación, entonces, que al ser reconocida consiente que esa carta llegue en desvío a su destino desde siempre en souffrance-.

El analista, circunstancial emisario de la carta desviada que hasta gastarse busca su destino en transferencia, reconoce en el pago la función que acredita la pérdida de lo que del ser del sujeto no se sustituye. Pero también, en más o en menos, a lo Dupín, el factor que le permite desprenderse de esa carta.

Acaso porque Lacan cifró en La carta robada su designio, no pudo deshacerse del todo de la violencia de la novedad que aportaba. Ahora, si hay pago posible de esa deuda en lo que hereda una lectura fecunda, la que llevó a cabo Carlos Basch paga.

DESVIO DE LA LETRA, EL.BASCH, CARLOS A.

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EL DESVIO DE LA LETRA.

BASCH, CARLOS A.

Editorial: Letra Viva. Páginas: 124. 2000. 

La materialidad de ese significante singular, indivisible en su pura diferencia, extravió la crítica derrideana, que vio en él la encarnación de un supuesto logofalocentrismo en las concepciones de Lacan. Esa lectura fallida, aunque factible a la altura de “La instancia de la letra”, texto interlocutor de “El seminario sobre La carta robada”, si no le impidió a su autor descubrir la carta que se jugaba Lacan, tampoco le permitió leer la que nos legaba. El creador de la différance hizo de la letra poco más que el ramplón soporte fonemático del significante, desestimando en ella su larvado pero crucial aspecto de marca de lo irrepresentable.

Es cierto, como señala Basch, que esa asimilación aplanadora no contaba con la diferencia irreductible puesta en acto sólo en lo que se lee en transferencia. Allí se juega un modo de inscripción significante que resguarda la falta de ese significante que falta en su lugar y a la vez pone tope a su automatismo por medio de una lectura que, en el límite de su desvío, le localiza como letra. Pero esa escritura dirá menos del sentido logrado de un reencuentro que del hallazgo de una pérdida en lo representable. Deuda a asumir por la significación, entonces, que al ser reconocida consiente que esa carta llegue en desvío a su destino desde siempre en souffrance-.

El analista, circunstancial emisario de la carta desviada que hasta gastarse busca su destino en transferencia, reconoce en el pago la función que acredita la pérdida de lo que del ser del sujeto no se sustituye. Pero también, en más o en menos, a lo Dupín, el factor que le permite desprenderse de esa carta.

Acaso porque Lacan cifró en La carta robada su designio, no pudo deshacerse del todo de la violencia de la novedad que aportaba. Ahora, si hay pago posible de esa deuda en lo que hereda una lectura fecunda, la que llevó a cabo Carlos Basch paga.