LACAN, LECTOR DE ORIENTE. ESCRITURA DEL VACIO.

GAMARRA, FLORENTINA

Editorial Cascada de letras

2022

Esta investigación no se desorienta, aun si anudar el vacío medio oriental con la experiencia analítica le exige arduos recorridos. Los textos de Lacan, “lector de Oriente”, son transitados infatigablemente.   

¿Qué fue a buscar Lacan en Oriente?  

Florentina Gamarra es clara, y acierta: pese al lugar principal de Oriente en la interrogación lacaniana, entre nosotros, sus lectores, “los principales exponentes de la filosofía oriental han sido de los menos estudiados”. Es así. No es sin causa. Oriente nos es ajeno. El imaginario del sentido nos atrapa en el binarismo: bueno-malo, hombre-mujer, verdadero-falso, ser-no ser.   

El ser hablante no tiene mundo que no sea reflejo del espacio sensible de un cuerpo del que nada sabe. Algo más; Lacan dijo: “si hablara otra lengua diría otra cosa”. Hablamos otra lengua, castellana y mestiza, cruzada en el siglo xvi con las de tribus e imperios, animada de mil resonancias para hablar de amor, cantarle al amor, declarar sus desventuras, llorar los desengaños.   

(…)Viaje de 1963:  

En este viaje Lacan quiso acercarse “a lo que aún podía estar vivo en el budismo, en particular el Zen” (La Angustia, Seminario 10).    

(…)Para el budismo Zen, el deseo es ilusión, “si hay un objeto del deseo no es nada más que tú mismo”.   

(…)Viaje a Japón, 1971:  

Vamos hacia la noción oriental de vacío en la última enseñanza de Lacan.  

(…)Lacan conmueve los significantes de los discursos; al lugar vacío de la represión primaria freudiana acude la escritura/goce. Pero entonces ¿qué hay entre la palabra y lo escrito primero? La letra. No es un saber del cuerpo-lugar del trauma, es un saber del inconsciente, ahora real, que no cesa de no escribir la relación sexual.   

(…)Lo diré así: la letra es eso de sí que le sale a uno al encuentro por todas partes, no lo deja tranquilo.    

(…)El texto me recordó una breve historia de El camino de Chuang Tzu, librito exquisito y simple donde, en el camino sin camino, habla el anciano Chuang Tzu ¡que no tiene que llegar a ninguna parte!    

(…)El lector puede leer este libro como Chuang Tzu, sin la necesidad de llegar a ninguna parte. Lo que aquí se dice bien puede pasar por las vías del gusto.    

  

Del prólogo de Carmen González Táboas 

LACAN, LECTOR DE ORIENTE. ESCRITURA DEL VACIO.GAMARRA, FLORENTINA

$27.000
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Esta investigación no se desorienta, aun si anudar el vacío medio oriental con la experiencia analítica le exige arduos recorridos. Los textos de Lacan, “lector de Oriente”, son transitados infatigablemente.   

¿Qué fue a buscar Lacan en Oriente?  

Florentina Gamarra es clara, y acierta: pese al lugar principal de Oriente en la interrogación lacaniana, entre nosotros, sus lectores, “los principales exponentes de la filosofía oriental han sido de los menos estudiados”. Es así. No es sin causa. Oriente nos es ajeno. El imaginario del sentido nos atrapa en el binarismo: bueno-malo, hombre-mujer, verdadero-falso, ser-no ser.   

El ser hablante no tiene mundo que no sea reflejo del espacio sensible de un cuerpo del que nada sabe. Algo más; Lacan dijo: “si hablara otra lengua diría otra cosa”. Hablamos otra lengua, castellana y mestiza, cruzada en el siglo xvi con las de tribus e imperios, animada de mil resonancias para hablar de amor, cantarle al amor, declarar sus desventuras, llorar los desengaños.   

(…)Viaje de 1963:  

En este viaje Lacan quiso acercarse “a lo que aún podía estar vivo en el budismo, en particular el Zen” (La Angustia, Seminario 10).    

(…)Para el budismo Zen, el deseo es ilusión, “si hay un objeto del deseo no es nada más que tú mismo”.   

(…)Viaje a Japón, 1971:  

Vamos hacia la noción oriental de vacío en la última enseñanza de Lacan.  

(…)Lacan conmueve los significantes de los discursos; al lugar vacío de la represión primaria freudiana acude la escritura/goce. Pero entonces ¿qué hay entre la palabra y lo escrito primero? La letra. No es un saber del cuerpo-lugar del trauma, es un saber del inconsciente, ahora real, que no cesa de no escribir la relación sexual.   

(…)Lo diré así: la letra es eso de sí que le sale a uno al encuentro por todas partes, no lo deja tranquilo.    

(…)El texto me recordó una breve historia de El camino de Chuang Tzu, librito exquisito y simple donde, en el camino sin camino, habla el anciano Chuang Tzu ¡que no tiene que llegar a ninguna parte!    

(…)El lector puede leer este libro como Chuang Tzu, sin la necesidad de llegar a ninguna parte. Lo que aquí se dice bien puede pasar por las vías del gusto.    

  

Del prólogo de Carmen González Táboas